¿Educación a medias o simplemente se aprende lo necesario?


Después de leer el informe del Estado de la Nación y de realizar la asociación con la realidad vivida como estudiante del sistema público primario, me doy cuenta que los cambios que se han hecho en torno a la educación no han sido los suficientes, sólo han servido para alardear de la educación “gratuita” dada por el Estado.

Son muchas las preguntas que nacen, pues al pensar en educación sin costo alguno cualquiera imagina que el Estado se encarga de proveer todos los insumos necesarios para esta gran producción llamada conocimiento, no obstante, la realidad es desalentadora pues esta herramienta para superar la pobreza o al menos no caer en ella, se ha convertido en objeto de exclusión, porque no todas las personas cuentan con los recursos suficientes para comprar una lista de útiles que incluyen libros de editoriales asociadas con el poder político, de autores que son ministros en ejercicio, de esta forma, todos (al menos la mayoría que ostenta la hegemonía de Costa Rica) gane, sin importar, la inversión que puede significar para una madre soltera, una familia numerosa, entre otros perfiles que se presentan en el territorio nacional.

Innecesario, según mi experiencia como tutora de un programa no gubernamental,  decir que se amplió la cobertura en preescolar, secundaria y educación superior; que se hicieron programas para garantizar la equidad, los salarios, los incentivos y los medios de contratación de educadores mejoraron. Los logros anteriores, son sólo batallas ganadas, mas la guerra es imponente: la deserción escolar provocada por: la falta de motivación del núcleo familiar y académico, los adolescentes que por su situación socioeconómica son presa fácil para integrarse al mercado laboral a bajo costo, sin olvidar la triste realidad de las jóvenes que deben interrumpir los estudios por embarazos, entre otros ejemplos.

La deserción no es culpa de los estudiantes, es culpa del sistema educativo que tenemos, hay carencia de programas que incentiven a los jóvenes a permanecer en las aulas, no unas pruebas de bachillerato que funcionan como una zaranda con el único objetivo de tener estudiantes repitiendo el año, donde la mayoría deja el colegio con la falsa ilusión que la educación abierta es la solución. Estos placebos no hacen bien a una sociedad que depende del sector de servicios, no incrementa una economía que se basa en la mano de obra calificada, tampoco se puede permitir que la calidad de la educación sea la necesaria apenas para graduarse como bachiller.

La situación se torna más desalentadora cuando se habla de infraestructura, de métodos pedagógicos, de contenidos desactualizados, de enseñanza por parte de los profesores, personalmente, puedo decir que estos factores, se convierten en armas mortales para perder la guerra contra la deserción escolar, criticar los gobiernos y decir que en los setentas y ochentas la educación era gratuita, es totalmente cierto, pero, se debe recordar que la coyuntura política cambió; el panorama actual considera la educación pública como un gasto y no como una inversión como era vista en la época del Estado Benefactor, por lo que a mí juicio personal, debatir sobre el gasto o inversión o la temporalidad es perder en tiempo en supuestos que ya pasaron, por lo que debe asumirse la realidad y tomar acciones concretas que permitan disminuir el grave problema que enfrenta la educación costarricense. Es por esto, que se necesitan solventar las necesidades básicas, tal como lo muestra el III Informe del Estado de La Nación, puesto que los estudiantes calificaron la labor de los docentes como buena, tachando la infraestructura como aspecto clave, es inaudito que un país como el nuestro que ha pregonado ser un país de paz, de educación gratuita, no pueda mantener la salubridad básica en las instituciones educativas, si bien es cierto muchas de estas inversiones no perduran, es precisamente porque no se ha creado la cultura sobre el valor de las cosas, no se les ha hecho consciencia sobre el gasto que genera mantener  las instalaciones, los baños, los pupitres, en buen estado. De igual manera, no se fomentan campañas que empoderen a los estudiantes, como lijar y pintar los pupitres, los marcos , las ventanas, no rayar los espacios de recreación entre otras cosas, hago énfasis en lo anterior, porque representa la realidad de la gran mayoría de los centros educativos del país, baños paupérrimos sin agua, pupitres que son una oda al indecoro, así como los materiales que usan los profesores, mapas que conservan marcas de décadas atrás, clases aburridas sin material de apoyo, educadores que no innovan las técnicas del aprendizaje sino que se quedaron con lo aprendido en su etapa de formación, orientadores que no se aproximan a los estudiantes, sino que rompen los posibles vínculos entre los estudiantes y ellos mediante informes al hogar, antes del diálogo, de la solución asertiva de los problemas, las edades entre los 11 y 18 años son cruciales en la vida de las personas, aquí es cuándo se forman: toman partido de los gustos personales, lo que les sucede les parece el mayor drama que puedan experimentar y tienen algo de razón pues este rango de edades encierra una etapa de cambios, de transformaciones que influyen tanto en su vida personal como académica, empero, muchas veces se magnifican estas subjetividades propias como rebeldía, problemas de conducta, problemas de socialización y de aprendizaje, cuando la realidad es otra, tal como lo indicó el informe.

Con respecto a la calidad de la educación, es necesario quitarse la venda de los ojos y saber que necesita una transformación urgente un acercamiento y sobretodo una asociación directa de la teoría con la realidad, no es sólo aprender a sacar volúmenes, sino aprender que una piscina es un ortoedro por lo tanto para saber cuántos litros ocupa para llenarse se debe aplicar la fórmula del volumen por ejemplo, es vital dar el salto hacia el enfoque constructivista y conductual en la educación, los chicos deben sentirse involucrados en el proceso del aprendizaje al igual que la familia y el aporte de los maestros quienes deben conocer de antemano que el  impartir clases es tan sólo el primer acercamiento con la formación  del estudiante, hace falta trascender, hacer partícipes a los estudiantes , pero, principalmente, abandonar el modelo del “estudiante-memoria”.

Finalmente, no se puede crear falsas esperanzas, sobre la educación costarricense, no se puede decir que los contenidos son modernos y que los métodos de aprendizaje son innovadores cuando las únicas cosas que ha cambiado en treinta años han sido: las maestras que ya no tiran pedazos de tiza, tampoco dan reglazos, ni les dicen burros a los estudiantes con necesidades especiales para aprender y que hace tres décadas las jóvenes no quedaban embarazadas en las aulas con la frecuencia que lo hacen hoy en día, por lo demás, continuamos con los mismos educadores que llegan a explicar magistralmente mediante descripción del tema-ejemplo-ejercicio, sin pensar  en los estudiantes que después de ver esta rutina durante 200 días lectivos pierden el interés.

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